Ada estudió ciencias y matemáticas desde muy joven, siguiendo los pasos de su madre. Cuando tenía 17 años, se hizo amiga de Charles Babbage, y se fascinó con la idea de éste de construir un “motor analítico” – considerado el primer computador mecánico.
En 1843, Ada publicó una traducción del francés al inglés de un artículo sobre la máquina de Babbage, escrito por el ingeniero italiano Luigi Menabrea. Sin embargo, agregó varias notas personales al documento. Estas notas incluían instrucciones paso a paso sobre cómo la máquina podría calcular una secuencia de números de Bernoulli – el primer algoritmo publicado en la historia.
Las notas de Ada fueron más allá del “motor analítico”. Mientras Babbage se centró en una calculadora matemática, Ada entendió que, en esencia, ésta era una máquina capaz de manipular símbolos siguiendo reglas definidas, y que no había ninguna razón por la cual estos símbolos sólo debieran ser números y ecuaciones.
La máquina “podría actuar sobre otras cosas además de números”, escribió, indicando por ejemplo que “el Motor podría componer elaboradas y científicas piezas musicales de cualquier grado, complejidad o extensión”.
Se trató de un salto conceptual importante, pasar desde “calcular” a “computar”. Ada tuvo la visión respecto a que un computador sería capaz de realizar millones de tareas diferentes, limitadas sólo por la creatividad del programador.
La máquina de Babbage nunca se construyó, de modo que el manual y las notas de Ada Lovelace permanecieron perdidas por más de un siglo. En 1991, el Museo de la Ciencia de Londres construyó el “Motor Diferencial” de Babbage usando sus dibujos originales, cuando se descubrieron también los documentos para el “Motor Analítico”. Actualmente hay planes para crear una réplica de éste último, lo que llevaría a la práctica el algoritmo escrito por Ada.
En su homenaje, Google destaca que “muy a menudo, las contribuciones de las mujeres en la ciencia y tecnología no son contadas, y desaparecen de vista. Aunque la historia de Ada fue redescubierta, muchas otras se conocen poco. Por eso, iniciativas como el ‘día de Ada Lovelace’ son tan valiosas, como un catalizador para aumentar el reconocimiento de las mujeres en la ciencia, en el pasado y el presente”.
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